Una mirada al vínculo mamá-bebé

Durante el embarazo todas las mamas idealizamos la llegada de nuestro bebé. Aunque en teoría sabemos que nuestra vida cambiará, no somos conscientes de hasta que punto tener en casa a nuestro soñado hijo puede revolucionar nuestra vida y más profundamente, nuestra alma, nuestro ser.
Creemos que todo será un disfrute y que más o menos podremos seguir haciendo nuestra vida de antes, más o menos. No imaginamos que literalmente habrá días en que no podamos ni asearnos, aunque nos lo hayan avisado pensamos que es una exageración.
Sabemos que nuestro bebé se despertará en la noche para comer pero nunca imaginamos que tardaría en pillar el sueño, que lloraría por no se qué y sobre todo que ese inocente bebé, que es nuestro hijo, nos haría desquiciar algunas veces, perder los nervios y llorar como lo hace él.
Otras ocasiones sientes una paz y una felicidad inmensas, pero, de repente, te da por llorar. El bebé está sano, tiene cinco dedos en cada mano y en cada pie y además es el más guapo del mundo. Puede que el parto haya sido una experiencia dura, te molesta ahí abajo, te tiran los puntos, te duelen las tetas, el teléfono no para de sonar, la nevera está vacía, te mueres de sueño, el padre tiene que salir a comprar y a hacer papeles y más papeles, la ropa sucia se amontona… y lo más difícil de gestionar: visitas que no apetecen, la abuela que dice este niño tiene hambre, la cuñada que discrepa con un pero si acaba de comer, la visita que dice que lleva demasiada ropa y tiene calor, la vecina que ha mirado en internet. Todo el mundo opina y a la madre, en un momento de extrema vulnerabilidad, le entra una flojera que le impide concentrar todos sus esfuerzos en lo que toca y le pide el instinto: hacer de madre, conocer profundamente a su hij@.
¿Quién es ese ser que ahora está en nuestros brazos y que nos reclama mil por mil? ¿quién es este bebé a quien siempre amamos con toda el alma pero que a veces querríamos hacer desaparecer?
Nuestra alma tiene necesidad de sanarse, de sanar este vínculo que no es sólo nuestro, no es sólo el que vivimos en casa encerradas con nuestro bebé, aisladas del mundo, sino que es el vínculo de cada ser con su madre, de todos los seres con la MADRE TIERRA.
Nuestra alma, abierta en canal durante el parto, anhela el abrazo reconfortante de LA MADRE, anhela sentirse amorosamente cuidada, como lo anhela nuestro bebé…
Eso es lo que busca este encuentro, os busca a vosotras y vuestros hijos (bebés de 0 a 1 año)

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