La epidural y las hormonas del parto

La epidural interfiere de forma significativa con algunas de las principales hormonas que intervienen en el parto y el nacimiento, lo que podría explicar su efecto negativo en el proceso de parto. Como señala la Organización Mundial de la Salud, “la analgesia epidural es uno de los ejemplos más llamativos de medicalización del parto normal, transformando un acontecimiento fisiológico en un procedimiento médico.”
La oxitocina, por ejemplo, conocida como “la hormona del amor” también es un uterotónico, es decir, una sustancia que provoca las contracciones uterinas del parto. La epidural reduce la producción de oxitocina de la madre, o interrumpe su normal aumento durante el parto. El efecto de la analgesia espinal en la producción de oxitocina es aún más marcado. La epidural también elimina el pico de oxitocina materna que ocurre en el nacimiento –el más alto en toda la vida de una madre– que cataliza las poderosas contracciones finales del parto y ayuda a la madre y al bebé a enamorarse inmediatamente.
Otra importante hormona uterotónica, la prostaglandina F2 Alfa, también se reduce en las mujeres que usan una epidural.
La beta-endorfina es la hormona del estrés que se produce en un parto natural para ayudar a superar el dolor a la mujer. La beta-endorfina también se asocia con el estado alterado de la conciencia que es normal durante un parto. Estar “en otro planeta”, como dicen algunas mujeres, ayuda a la futura madre a trabajar instintivamente con su cuerpo y con su bebé, a menudo usando movimientos y sonidos. La epidural reduce la producción de beta-endorfinas en la parturienta. Quizás el uso extendido de la epidural refleja nuestra dificultad para apoyar a la mujer en este estado alterado de conciencia, y nuestra preferencia cultural por que la mujer esté tranquila y conforme.
La adrenalina y noradrenalina (epinefrina y norepinefrina, conocidas con la denominación colectiva de catecolaminas o CAs) también se segregan en situraciones estresantes, y sus niveles aumentan de forma natural durante un parto no medicalizado. Al final de un parto no perturbado, el aumento natural de estas hormonas le da a la madre la energía para empujar a su bebé hacia el exterior, y le hace sentirse expectante y totalmente alerta ante el primer encuentro con su bebé. Esto se conoce como reflejo de eyección maternofetal.
No obstante, el parto se inhibe si los niveles de catecolaminas son muy altos, cosa que puede suceder cuando la mujer se siente enfadada o insegura, o tiene frío o miedo. Esto tiene un sentido evolutivo: si la madre se siente en peligro, sus hormonas van a ralentizar o interrumpir el parto para que tenga tiempo de escapar y encontrar un lugar seguro para dar a luz.
La epidural reduce la producción de catecolaminas, lo que puede ser útil si el parto se ha inhibido por un alto nivel de estas hormonas. No obstante, la reducción de las catecolaminas al final del parto puede contribuir a la dificultad que las mujeres que paren con epidural pueden experimentar para empujar al bebé; como consecuencia, puede aumentar el riesgo de parto instrumental (forceps y ventosa) que acompaña al uso de la epidural.

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