El parto en un misterio.... pero siempre habla de ti.

Cada vez me cuesta más trabajo hablar de parto.

El parto como concepto comienza a resbalárseme entre los dedos porque hay tantos tipos de parto como maneras de vivir y formas de ser tenemos las mujeres.

Se terminó la Semana Mundial por un Parto Respetado. Una semana en la que se reivindica que el parto no es una enfermedad sino un proceso vital en la vida de la mujer. Una semana en la que aclaramos que la mujer de parto no es una paciente y por tanto es prioritario respetar sus necesidades y sus tiempos, lejos de protocolos obsoletos.

Pero para poder respetar las necesidades de una mujer que está de parto hemos de dar un paso previo y es que las mujeres han de empezar a reconocer cuáles son sus necesidades. Y me temo que no tenemos una noción clara de lo que necesitamos como mujer que da a luz y suponemos que allí, donde normalmente vamos a parir, saben lo que yo necesito y me lo van a dar.
¿Y tu, reconoces cuales van a ser tus necesidades a la hora de parir?

No estamos acostumbradas a tomar conciencia de nuestras necesidades en el día a día. Vivimos habitualmente en nuestra cabeza, en nuestros pensamientos y pocas veces bajamos al cuerpo o al corazón. Vivimos constantemente dedicadas a los demás, a otros menesteres y solemos ser las últimas en parar.

¿Cuántas veces te paras para preguntarte ¿qué necesito? ¿qué estoy sintiendo? Y cuantas veces dices “Ahora voy a permitirme esto que necesito”…

Si en nuestro día a día no nos damos cuenta de qué es lo que necesito y me lo permito, el día del parto tampoco voy a saber lo que me hace falta para parir.

El parto siempre habla de ti, de cómo vives, de cómo te manejas en tu vida, de cómo te relacionas con el otro, de cómo te expresas…

Todas la mujeres, TODAS, tenemos un cuerpo preparado para parir. Nuestro cuerpo está preparado desde el principio de los tiempos, no hay duda, si no fuese así, la humanidad ya se hubiese extinguido hace mucho mucho tiempo.

Es, desde esta perspectiva física, que entra en juego eso que llamamos “parto respetado”. El respeto al cuerpo y la fisiología del parto, es aquí donde cabe hablar quizás de silencio, de penumbra, de calor, de intimidad, de no tiempo, de tranquilidad… o de lo que la madre desee en realidad. Es aquí, en esta faceta del parto, donde entra en juego conocer lo que necesito para que, desde ahí, desde ese conocimiento, pueda ser respetado.

Pero a la hora de parir no sólo participa la parte física. El parto es un baile con nuestras emociones. ¿Sabes bailar con tus emociones? ¿Estás habituada a reconocer como te sientes emocionalmente? Esa es la cuestión.

El parto habla de tus miedos, de tus bloqueos… El parto habla de tu forma de afrontar los retos, el parto habla de tu forma de conectar con lo que sientes y de cómo en tu día a día liberas tus emociones… El parto habla de si te permites llorar, gritar, enfadarte, descansar… el parto habla de si estás acostumbrada a ocupar tu lugar o dejas que te avasallen con cosas que no son tuyas, el parto habla de si sabes acariciar y te permites recibir caricias… el parto habla de tu manera de relajarte, de tu forma de abrirte al mundo… el parto habla de tu flexibilidad y de tu rigidez mental… el parto habla de tus creencias….

Es aquí, en la parte emocional, donde el parto se vuelve un territorio misterioso y escurridizo. Esta parte emocional que despierta un parto, normalmente desconocida por nosotras y sentida como un abismo, es la que, desbordadas por la intensidad, hace que comencemos a necesitar arneses para parir (fármacos dilatadores, analgesias, anestesias, instrumentos de extracción variados y quizás cirujías).

No es la parte física del parto la que necesita oxitocina sintética para que el cuerpo se abra. Es la aparición arrolladora de nuestras emociones la que nos asusta tremendamente porque nos coloca al filo del abismo. Si no estamos habituadas ni a reconocer nuestros sentimientos, ni a abrirnos, ni a mostrarnos al otro desde la emoción.... entonces el parto necesita "sus ayudas".

Es así como cada uno de los arneses mencionados nos “salvan” del miedo al abismo, del miedo a mirarnos a nosotras mismas.

Bienvenidos sean estos arneses, estas “ayudas”, si no hicimos un trabajo personal y profundo con nosotras mismas y nuestra vida antes de parir a nuestro hijo… pero sabed que todo no termina ahí. Tendremos una nueva oportunidad de mirar hacia nuestro interior ya que cuando el bebé esté entre tus brazos el abismo se vuelve a hacer presente, entonces la mayoría nos encontramos solas y los arneses son bastantes menos.

El parto y tu bebé recién nacido son la forma que tiene la vida para hacer un repaso contundente a tus luces y tu sombras.

3 comentarios:

Ira dijo...

Me ha encantado, en mi primer parto estuve 45 horas de contracciones, no me quejé, me dejé hacer, lo sufrí en silencio, el segundo parto, dos años y medio después fue tan rápido que parí sola en casa sin asistencia médica, grité, lloré, reí y disfruté como una loca y creo que fue gracias al camino recorrido desde mi primera maternidad, a la pérdida del miedo, a haber tomado las riendas de mi vida...

Zena Minnai dijo...

Genial post. ¡Me ha encantado!

Unknown dijo...

No es casualidad ¿verdad Ira? Hay un trabajo personal profundo entre un parto y otro.
Coger las riendas de nuestros cuerpos, nuestra salud, nuestras emociones, nuestras necesidades influye si o si en nuestros partos.