La comunicación en el tercer mes de embarazo

LA PRIMERA CANCIÓN DE CUNA

Cada vez que caminas con un paso tranquilo y regular, produces involuntariamente una oscilación en tu ambiente acuático interno, como si acunaras a tu hijo. Todavía es muy pequeño, mide aproximadamente entre 7 y 8 centímetros y, por lo tanto, tiene mucho espacio a su alrededor, un espacio que le acabará resultando pequeño al final del embarazo, pero que ahora le permite moverse con libertad y fluctuar feliz en su mar de líquido amniótico.

El siguiente ejercicio de comunicación que te propongo te permitirá acunar a tu hijo entre las manos.

Procura estar apartada, en un lugar tranquilo, donde no puedas ser molestada. Podría ser un rincón de tu casa, ese que has preparado con tu altar para meditar en espera de tu bebé, o bien en medio de la naturaleza. Siéntate cómodamente en el suelo sobre un cojín, con las piernas cruzadas. O, si lo prefieres utiliza una silla, con las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo. En ambos casos la posición del cuerpo debe permitirte la relajación y la columna vertebral debe estar erguida.

Realiza algunas respiraciones lentas, suspirando al exhalar y dejando caer el pecho con abandono.
A cada inspiración repite mentalmente "en mi yo profundo..." y al exhalar suspirando, "me calmo y me relajo."

Inmersa dulcemente en tu interior, en tus sensaciones... siente la totalidad de tu cuerpo y acepta todo lo que encuentres, sin intentar cambiar nada. Expándete en las sensaciones sintiendo el conjunto de tu espacio interno.
"En mi yo profundo....
me calmo y me relajo".

Imagina una hermosa flor de luz en el espacio entre los ojos, dentro de la frente..., sus rayos son de luz clara..., deja que esa luz se expanda y penetre en el cerebro..., imagina que todas las células cerebrales la absorben y se iluminan..., el interior de la cabeza se vuelve luminoso y resplandeciente.
Respite despacio mentalmente..."mi mente está iluminada".

Lleva la flor de luz al corazón..., tu corazón se vuelve luminoso y resplandece..., sus rayos surgen de tu cuerpo y se esparcen en todas las direcciones del espacio, envolviendo con amor a cada ser viviente.
Repite mentalmente "yo siento que el amor lo abraza todo y a todos"
Deja que se esparza en ti una intensa emoción y un sentido de fraternidad universal.

Imagina ahora que tienes unas manos especiales..., mantenlas en forma de copa y llévalas a tu corazón para que se llene de luz de amor... y ahora colocalas delante de tu niño, sobre tu vientre, con actitud de entrega.
Ábrete y escucha su respuesta... Si sientes cómo una onda de amor llega a ti, acógela..., ésta es su forma de decirte que acepta el don que le ofreces...

Ahora desliza las manos, colmadas de amor luminoso, bajo tu pequeño y forma con ellas una cuna de luz... Con la mirada inclinada hacia delante, contempla a tu hermoso niño, en la cuna luminosa de tus manos. Mira su gracioso cuerpecito..., la piel es todavía un poco trnasparente y deja entrever su minúsculo corazón que late..., déjate enternecer por el pensamiento de lo que vale la pena vivir y es necesario proteger y amar.

Ahora escucha el latido calmo y regular de tu corazón..., tu hijo lo conoce muy bien..., empieza a acunar despacito las manos, con un leve movimiento de derecha a izquierda, al ritmo de tu latido cardíaco..., estas acunando a tu hijo al ritmo que el amor marca a tu corazón...
A cada balanceo repítele con dulzura " te amo... te amo... te amo" O si lo prefieres cántale una nana, una bonita canción. Quizás esa pueda ser su canción, si se la repites habitualmente la reconocerá después fuera de tu vientre y le relajará muchísimo.
Fúndete con él en el amor y continua acunándole durante el tiempo que desees.

Cuando decidas parar, retira lentamente las manos y deja que tu hijo continúe durmiendo en s cuna de luz como en un nido.

De Grabriella A. Ferrari

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